Niveles educativos en España y Europa (% de población)

En estos tiempos de elecciones y promesas electorales se habla de cambiar el modelo productivo del país hacia una sociedad del conocimiento… Esto implica hablar de educación y de la formación de los trabajadores. Algún ministro del gobierno actual ha dicho que sobran universitarios y que hay pocos alumnos de Formación Profesional en España. Y tiene parte de razón, hay pocos alumnos en Formación Profesional o en ciclos de grado medio y/o superior.

Empecemos con los datos de España y la evolución desde 2011 hasta 2015 que se pueden ver en este gráfico:

spain
Se observa que seguimos teniendo porcentajes muy elevados de personas entre 25-64 años cuyo mayor nivel de formación es la ESO, aunque ese porcentaje va disminuyendo lentamente. Un crecimiento ligero se observan en el otro extremo, aquellos con formación universitaria o superior (máster y/o doctorado). El problema se encuentra en el porcentaje, que apenas varía, de aquellos que tienen educación secundaria superior o ciclos formativos de grado medio.
Si se observa esa misma distribución para un conjunto de países europeos (como se puede ver en el gráfico siguiente) se puede ver que la situación en España se parece a la de Italia, Malta y Portugal. Sigue leyendo

Thomas Piketty sobre los economistas

“Digámoslo muy claro: la disciplina económica aún no ha abandonado su pasión infantil por las matemáticas y las especulaciones puramente teóricas, y a menudo muy ideológicas, en detrimento de la investigación histórica y de la reconciliación con las demás ciencias sociales. Con mucha frecuencia, los economistas se preocupan ante  todo por pequeños problemas matemáticos que solos les interesan a ellos, lo que les permite darse, sin mucha dificultad, apariencias de cientificidad y les evita tener que contestar las preguntas mucho más complicadas que les hace la gente que los rodea. Ser economista universitario en Francia tienen una gran ventaja: los economistas son poco considerados en el seno del mundo intelectual y universitario, al igual que entre las élites políticas y financieras. Eso los obliga a descartar su desprecio hacia las otras disciplinas, y su absurda pretensión de poseer una cientificidad superior; cuando en realidad no saben casi nada de ningún tema. De hecho, ése es el encanto de la disciplina, y de las ciencias sociales en general: se parte de abajo, a veces de muy abajo, y entonces se puede esperar hacer progresos importantes. Creo que en Francia los economistas están un poco más motivados que en los Estados Unidos para intentar convencer a sus colegas historiadores y sociólogos, y de manera más general al mundo exterior; sobre el interés de lo que hacen (lo cual no han logrado hacer). En este caso, mi sueño cuando daba clases en Boston era ingresar a la École des Hautes Études en Sciences Sociales, una institución con grandes nombres como Lucien Febvre, Fernand Braudel, Claude Lévi-Strauss, Pierre Bordieu, Françoise Héritier, Maurice Godelier y otros tantos más. ¿Debo confesarlo bajo el riesgo de parecer patriotero en mi visión de las ciencias sociales?. Sin duda siento más admiración por estos estudios que por Robert Solow, o incluso Simon Kuznets, aun cuando lamento que una gran parte de las ciencias sociales haya dejado de interesarse en gran medida en la distribución de la riqueza y en las clases sociales, siendo que los temas de los ingresos, los salarios, los precios y las fortunas se encontraban en un buen lugar en los programas de investigación de la historia y la sociología hasta la década de 1970-1980. En verdad me gustaría que tanto los especialistas como los aficionados de todas las ciencias sociales encontraran algún interés en las investigaciones expuestas en este libro, empezando por todos aquellos que dicen que “no saben nada de economía”, pero que a menudo tienen opiniones muy fuertes sobre la desigualdad de los ingresos y de las fortunas, lo que es muy natural.

En realidad, la economía jamás tendría que haber intentado separarse de las demás disciplinas de las ciencias sociales, y no puede desarrollarse más que en conjunto con ellas. Se sabe muy poco en las ciencias sociales como para dividirse absurdamente. Para progresar en temas como la dinámica histórica del reparto de las riquezas y la estructura de las clases sociales, es evidente que se debe proceder con pragmatismo y emplear métodos y enfoques utilizados tanto por los historiadores, los sociólogos y los politólogos, como por los economistas. Es conveniente partir de cuestiones de fondo e intentar dar respuesta a ellas: las disputas disciplinarias y territoriales son secundarias.” (El capital en el siglo XXI, págs 47-48)(1)

(1) Piketty, Thomas (2014). El capital en el siglo XXI. Traducción de Eliene Cazenave-Tapie Isoard; colaboración de Guillermina Cuevas; rev. de la trad. de José Carlos de Hoyos; rev técnica de la trad. de Gerardo Esquivel. Madrid. FCE

Satisfacción de los españoles

Hoy se publica una entrada en eldiario que habla de la felicidad de los españoles y que trata de aclarar por qué  a pesar de la crisis seguimos teniendo altos valores de felicidad. La entrada me parece muy interesante como una manera de aproximarse al bienestar subjetivo. Sin embargo ese bienestar subjetivo puede medirse de diferentes formas. Suele distinguirse entre dos tipos (Engelbrecht, 2009): 1) el bienestar subjetivo asociado a emociones agradables a menudo de corta duración, o hecho de sentirse bien –bienestar hedónico o felicidad–, y 2) la satisfacción que se deriva de sentirse realizado en la vida, de vivir una vida buena –bienestar eudaimónico o satisfacción con la vida–. Aunque estos dos tipos suelen identificarse, debe puntualizarse que la satisfacción con la vida guarda mayor relación con las metas personales y los juicios cognitivos que con las emociones. En este sentido, resulta de interés, como destaca Engelbreht, el hecho de que Inglehart, Foa y Peterson (2008) encontrasen que el nivel de satisfacción con la vida de una sociedad es más sensible a las condiciones económicas que a la felicidad.

Por tanto, creo que la variable a relacionar para ver si ha afectado la crisis es más la satisfacción con la vida que la felicidad. Y a ello vamos.

Si se analizan los datos de satisfacción y felicidad para España se observa que la primera variable siempre toma un valor inferior a la segunda. Nos declaramos más felices que satisfechos, tal y como se puede observar en el gráfico siguiente:

felisatis

Fuente: ESS (2002-2012)

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Evolución de la «confianza política» en España

En esta entrada presentamos la evolución en el caso español de diferentes variables que nos aproximan a lo que se podría denominar «confianza política» utilizando datos de las seis oleadas disponibles de la Encuesta Social Europea (ESS)  que se elabora desde 2002 de forma bianual y cuyos últimos datos corresponden a la oleada de 2012. Sabemos que la «confianza política» es importante y, probablemente, sea de mayor importancia la confianza en las instituciones que en los propios políticos. Estos pueden ser fácilmente sustituidos si pierden la confianza, pero si falla la confianza en las instituciones podemos encontrarnos con serios problemas para poder mantener el sistema de gobierno. Como apunta Khodyakov (2007) la confianza en las instituciones “tiene el potencial de fomentar el respeto voluntario a las decisiones adoptadas por las instituciones públicas y aumentar el cumplimiento de las normas y reglamentos vigentes”.

Para medir esta confianza emplearemos, como en entradas precedentes, el porcentaje de personas que afirman confiar (agrupando los valores entre 6 y 10, de una escala de 0 a 10) y el valor medio obtenido para cada tipo de confianza. Las variables que vamos a considerar recogen la confianza en el parlamento nacional, en los políticos y en los partidos políticos. Incluimos también las variables que miden la satisfacción general de la población con respecto a aspectos como la democracia, el gobierno y la economía (1). Sigue leyendo