En esta entrada hacemos un repaso a varias noticias aparecidas en los medios de comunicación recientemente y que hacen referencia al capital social en alguna de sus vertientes (confianza, redes o normas sociales)
Comenzamos con una reflexión sobre la prevalencia del capital económico sobre otros capitales y de cómo esta situación no parece sostenible a largo plazo. En el artículo Los seis capitales se analiza la existencia del capital económico junto con otros cinco más: «el capital económico, el capital conocimiento, el capital salud -física y emocional-, el capital cultural y de creencias, el capital ecológico o ambiental, y el capital relacional o de confianza». Este último se conoce también como capital social y es importante porque «Las relaciones sociales no son sólo grupales e intraespecie. Lo son también personales y extraespecie. Somos seres insertos en redes de relación próxima con otros humanos -cada vez más- y con la naturaleza». Se apunta, también, que no todos los aspectos del capital social son positivos: «El capital relacional en sentido positivo está fundamentado en la confianza y en sentido negativo en el engaño y la explotación por dominio de unos sobre otros». El artículo termina reflexionando sobre que hay que dar importancia a los seis capitales y no dejar que el capital económico sea el predominante.
El economista argentino Bernardo Kliksberg , en las segundas jornadas del Programa de Formación de Dirigentes del Plan Estratégico Agroalimentario y Agroindustrial (PEA), «Alertó que «el capitalismo salvaje está en crisis a nivel mundial» y dijo que es necesario «poner en marcha una economía con rostro humano, crear protección social y generar empleo».
«La hiperconcentración del mercado financiero dejó en el desempleo y la pobreza a grandes partes de la población mundial, y las consecuencias se están viviendo en Estados Unidos y muchos países de Europa», dijo Kliksberg.
También sostuvo que «es necesario cambiar la agenda de prioridades, dejar atrás el paradigma del capitalismo salvaje, poner el foco en la generación de empleo, con políticas de inclusión, mayor democratización y participación de la sociedad».
En este sentido, advirtió que Argentina «encaró el camino del capital social, ya que superó la ortodoxia económica de los 90 y trabaja en pos de un modelo con desarrollo productivo e inclusión social».»
Se trata, pues, de mejorar el modelo productivo y enfocarlo a una mayor protección social.
El País publica hoy otra de las entregas del análisis sobre la confianza en diferentes instituciones de los españoles. En este caso se centra en los gobiernos y la situación no puede ser más desalentadora. Se trata de «…instituciones y grupos sociales que se sitúan en el pelotón de cola de la escala de confianza ciudadana. Es el caso, entre otros, de políticos y partidos políticos, Gobierno, sindicatos, bancos y obispos. En ellos la ciudadanía dice confiar poco… o casi nada…». Así, con respecto a los políticos el artículo afirma: «También el recelo hacia políticos y partidos políticos ha alcanzado niveles alarmantes. Algo más de ocho de cada diez españoles tienen la impresión de que los partidos piensan solo en lo que les beneficia y que no tienen en cuenta a la gente. Además, muchos ponen en cuestión la forma en que ahora funciona nuestro sistema político: una amplia mayoría teme que la crisis esté erosionando la calidad de nuestra democracia (67%) y sospecha que quien realmente manda en el mundo no son ya los Estados, sino «los mercados» (79%). La ciudadanía quiere más transparencia, más honradez, más búsqueda del interés común. Y no son pocos -tres de cada cuatro- quienes añoran el abandonado espíritu de pacto y consenso de la Transición. La situación es grave. La clase política es percibida como un problema por sectores cada vez más amplios de nuestra sociedad, más que como una solución. Independientemente del resultado que arrojen las elecciones del próximo 20 de noviembre, los políticos deberán intentar revertir esta tendencia o pechar con sus consecuencias.
El desencanto político ha terminado alcanzando a los Ayuntamientos. Por su cercanía al ciudadano, la tónica tradicional ha sido una mejor evaluación de los Gobiernos locales en comparación con otros niveles de la Administración. Tras tantas informaciones sobre mala gestión o corruptelas, la ciudadanía los sitúa ahora, junto con Gobiernos de Comunidades Autónomas, por debajo incluso de las empresas multinacionales en lo que a credibilidad se refiere.»
También los bancos y los sindicatos se encuentran entre las instituciones que menor confianza merecen: «El ciudadano de a pie tiene la percepción de estar pagando una crisis originada por otros -principalmente por los bancos- y que no han sabido solventar ni políticos ni sindicatos. Esa percepción se ha agudizado en estos últimos meses y ya ha bajado en veinte puntos, desde principios de este año, la credibilidad que la población general deposita en bancos y cajas.
En el caso de los sindicatos, cuya existencia nuestra ciudadanía considera imprescindible para la defensa de los derechos de los trabajadores, es su modo de actuar lo que parece obsoleto. No se comparte ni su retórica de confrontación –»
Por último se aborda la confianza en la Iglesia católica y los medios de comunicación y tampoco merecen la confianza de los españoles: «En cuanto a la Iglesia católica, su credibilidad disminuye a medida que el foco se acerca a su jerarquía.
Finalmente, en el apartado de medios de comunicación, la televisión. Con menor credibilidad que la radio y la prensa escrita, congrega, sin embargo, la mayor audiencia: casi nueve de cada diez españoles la ven todos los días.».
Así pues, si no confiamos en quién nos gobierna o nos representa estamos en una situación complicada.
Por último, El Mundo se hace eco de un estudio donde se pretende demostrar que las redes sociales, en este caso, Twitter no fueron las causantes o canalizadoras de los disturbios de Londres sino que más bien sirvieron para organizar las brigadas de limpieza posteriores a los saqueos, poniendo en evidencia que, generalmente, el capital social de estas redes es positivo: «Un análisis de 2,5 millones de tuits demuestra que las revueltas que comenzaron el 6 de agosto en Londres y más tarde se esparcieron por diversas zonas de Reino Unido no fueron organizadas a través de redes sociales como BlackBerry Messenger o Twitter, según publica este jueves el periódico ‘The Guardian’.
También cuestiona las suposiciones que se hicieron sobre el papel que jugaron Twitter, Facebook y BlackBerry Messenger durante las revueltas en el país, ya que muchos acusaron estas redes de incitar la violencia.
Sin embargo, el informe que recoge los tuits que se realizaron desde el 6 de agosto en Tottenham, demuestra que en vez de apoyar la violencia, simplemente comentaban lo que estaba ocurriendo alrededor del país. El análisis revela que Twitter sirvió para organizar reuniones de vecinos con el fin de limpiar las calles dañadas por los disturbios».
Cuatro noticias diferentes que se hacen eco del capital social, señal de que cada vez es más importante tenerlo en cuenta a la hora de realizar análisis sobre una sociedad.