Hay algo en lo que, por lo general, todos los economistas están de acuerdo y es que para medir el crecimiento económico de un país se utilice el PIB (Producto Interior Bruto). Sin embargo con este indicador no se consiguen reflejar aspectos que inciden en la vida de los individuos y que van más allá de lo meramente económico. Para paliar esos defectos existen otros índices, algunos antiguos y otros de más reciente aparición, como el Índice de Desarrollo Humano (IDH), el Índice de Calidad de Vida (ICV), el Índice de Prosperidad (IP), etc. Todos ellos tienen en cuenta más aspectos que los puramente económicos para establecer rankings de países.
Recientemente, en este blog, se ha hecho referencia a la medida de la felicidad. En este caso vamos a considerar una variable muy relacionada con ella pero que mide la satisfacción de la gente («en términos generales, ¿en qué medida está Ud. satisfecho con su vida actualmente?». Se valora en una escala de cero a diez, donde cero corresponde al nivel más bajo de satisfacción o a una mala valoración y diez sería el nivel más alto. Se ha recodificado la variable y se han elegido para cuantificar las respuestas los valores agregados de las categorías seis a diez.).
Ambas medidas pueden considerarse dos caras de la misma moneda y, de hecho, en varios artículos sobre el tema son términos intercambiables y hacen referencia al bienestar. Sin embargo, suelen distinguirse entre dos tipos de bienestar (Engelbrecht, 2009, pág. 382): i) bienestar subjetivo asociado a emociones agradables a menudo de corta duración, o sentirse bien -bienestar hedónico o felicidad– y ii) satisfacción que se deriva de sentirse realizado en la vida, o vivir una vida buena -bienestar eudaimónico o satisfacción con la vida-. Aunque estos dos tipos suelen tratarse como conceptos intercambiables, como habíamos apuntado previamente, debe puntualizarse que la satisfacción con la vida guarda mayor relación con las metas personales y los juicios cognitivos que con las emociones. En este sentido, resulta de interés, como destaca Engelbreht, el hecho de que Inglehart et al (2008) encontrasen que el nivel de satisfacción con la vida de una sociedad es más sensible a las condiciones económicas que la felicidad.
Teniendo en cuenta este último aspecto, veremos sí nos sirve como indicador para valorar la situación de un país y lo relacionaremos con el PIB per cápita y con el capital social, medido, en este caso y una vez más, por la confianza interpersonal.
Como se puede observar, en general, el PIB per cápita mantiene una tendencia creciente, mientras que la satisfacción con la vida parece «adelantarse» al crecimiento del PIB. Así, cuando este crecimiento es pequeño (Alemania, Francia o Suiza para el período 2002-2204) la satisfacción disminuye en el mismo período, mientras que si el crecimiento es grande, la satisfacción aumenta. Es decir, los ciudadanos perciben los cambios económicos en el mismo momento en que estos se están produciendo y lo reflejan en su situación personal.
Hungría y Portugal son los países con menor nivel de satisfacción con la vida durante el período analizado (sin embargo su PIB per cápita no es el menor de los países analizados) y, además, muestran grandes caídas para el período 2004-2006, aun cuando para Hungría en ese mismo período el PIB per cápita crecía a una tasa razonable. Irlanda es otro de los países en los que la satisfacción cae y su descenso comienza en el período 2004-2006, y se acrecienta en el 2006-2008, antes incluso de conocer los efectos reales de la crisis económica. Eslovenia, España, Estonia, Francia y Hungría muestran, también, descensos de su satisfacción en el período 2006-2008, mientras su PIB per cápita seguía creciendo, pero ya muy lentamente. Una vez más son los países nórdicos los que presentan tasas de satisfacción más elevadas (con valores que superan el 90%).
Si relacionamos el nivel de satisfacción y la confianza interpersonal (año 2008) se observa que vuelven a aparecer los tres grandes grupos de países ya mencionados en artículos anteriores. Con valores altos de las dos variables se encuentran los países nórdicos, con valores medios los países de la «vieja Europa» y con valores más bajos los países recientemente incorporados a la UE, junto con Portugal.
Por tanto, la satisfacción con la vida en general, podría considerarse como una nueva medida para cuantificar el bienestar de una sociedad, más allá de sus aspectos meramente económicos, porque aunque el PIB crezca puede que no sea suficiente para que una sociedad tenga bienestar.
Referencias:
Engelbrecht, H.-J. (2009). Natural capital, subjective well-being, and the new welfare economics of sustainability: Some evidence from cross-country regressions. Ecological Economics, 69(2), 380-388.
Inglehart, R., Foa, R., & Peterson, C. y. (2008). Development, freedom and rising happiness. Perspectives on psychological science, 3(4), 264-285.
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