Así se apunta en un reciente artículo La competitividad, una salida hacia adelante
A los efectos positivos de la innovación (mejoras de productividad, reducción de costes y precios, diferenciación y creación de productos, aumento de la calidad de productos y servicios.) se ha unido recientemente el ‘capital intangible’. Según el Banco Mundial (2006), el capital intangible puede representar hasta el 77% de la riqueza de un país, entendiendo como capital intangible la suma del capital humano, la infraestructura institucional y el capital social (la confianza en el país y la capacidad para trabajar por un proyecto común). Coincidiendo con el Banco Mundial y curiosamente cuando esos ‘tambores de debate’ repicaban la necesidad de disminuir los costes laborales como vía para aumentar la productividad, el World Economic Forum destacaba el capital humano como uno de los principales elementos clave. ¡Sí, señores y señoras!, aquello que llevamos años diciendo los que nos dedicamos a la gestión de personas, resulta ser unos de los elementos intangibles que mayor peso tiene en la competitividad de las empresas. Ahora también son lo economistas los que apuestan por ello.
Por tanto, se debería invertir en capital humano y en capital social, aunque sus resultados no se vean a corto plazo sino a un medio – largo plazo, pero es necesario hacerlo si queremos lograr un crecimiento sostenible y de calidad.